Las tres B de los mercados de plataformas digitales: Lo bueno, lo bonito y la borrasca
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sc_logo jueves 12 de noviembre, 2020Hace 3 años

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Las tres B de los mercados de plataformas digitales: Lo bueno, lo bonito y la borrasca 

Por Yessica Reyes*

La forma de organización económica impulsada por los desarrollos tecnológicos (nanotecnología, redes de información, de comunicación y de logística, etc.) y apurada por las condicionantes derivadas de la crisis del 2000, es aún objeto de debate en términos teóricos, desde su denominación, hasta sus implicancias para la estructura y funcionamiento de la economía global. No obstante, este modelo ha transformado los diversos aspectos del mundo, desde la agricultura, la salud, la educación, las formas de transporte y de comunicación pública. Por ello, con un enfoque más pragmático, desde la óptica del derecho de competencia, es viable identificar los aportes que hace a la dinámica de los mercados (lo bueno), los inesperados salvavidas que ha brindado en el contexto COVID-19 (lo bonito) y los riesgos que entraña (la borrasca).

Así, el tránsito de la economía basada en lo industrial ha implicado un nuevo énfasis hacia el conocimiento, la creatividad y cada vez más variadas formas de inversión inmaterial (Sztulwark y Míguez, 2012). Los saltos de productividad pasaron de basarse en la introducción de nuevas fuentes de energía y la deslocalización de los procesos productivos a afincarse en “la tecnología de la generación del conocimiento, el procesamiento de la información y la comunicación de símbolos” (Castells, 1999). Por ello, la instalación de estas plataformas en los procesos empresariales, además de repercutir en la naturaleza de las transacciones, incide en la capacidad para incrementar velozmente su escala.

La reorganización generada por las plataformas de intermediación digital, en particular, crea algoritmos capaces de mejorar la intersección entre oferta y demanda[1], expandiendo las fronteras de los mercados y generando presiones competitivas en actividades donde antes no había. Esta vorágine de cambios, como señalan Crémer, et. al. (2019), hace de la competencia entre plataformas un catalizador a la innovación, que posibilita a los consumidores más conexión a mercados ya existentes y accesibilidad a mercados emergentes. El impulso de este círculo virtuoso entraña lo bueno de esta era tecnológica.

Por su parte, lo bonito ha surgido en el proceso de cuarentena orillado por la pandemia. La incursión de lo digital facilitó mantener la operación de múltiples negocios que, en un contexto sin plataformas, habrían tenido mayores posibilidades de no subsistir. Según un estudio de la consultora KPMG (2020), alrededor del 80% de los gerentes consultados manifestó que la crisis aceleró su inserción al mundo digital. También admitieron que esta incursión reforzó la capacidad de respuesta de la empresa ante eventos disruptivos y garantizó las operaciones, así como el flujo de comunicación con diferentes tipos de consumidores. Por hacer una analogía, las plataformas estabilizaron el pulso de una economía en coma inducido.

La última “b” en el decir popular correspondería a lo barato, pero los mercados de plataformas digitales no lo son, aunque parezcan. La borrasca[2] que implican trasciende a los mercados que abordan directamente, involucran casi a todas las actividades económicas y, por ende, reparametrizan los roles de los agentes e instituciones adyacentes.

El primer riesgo se asocia al proceso de recopilación de datos sobre el comportamiento de los usuarios que suelen utilizarse en el entrenamiento de algoritmos predictivos de inteligencia artificial, para determinar o influenciar, entre otras variables, los precios (OCDE, 2019). Siempre asociado al control de datos, un segundo peligro radica en que las economías de escala, alcance y otros efectos de red asociados a este acceso preferencial de información, generan importantes barreras a la entrada y facilitan la expansión de las plataformas dominantes en actividades conexas para ampliar sus matrices informacionales (UNCTAD, 2019).

La práctica muestra que un número relativamente pequeño de plataformas digitales proporciona cada vez más la conexión principal entre comercios y consumidores en cada sector. Esto se traduce en el tercer riesgo: el surgimiento de un mayor grado de dependencia de las empresas comerciales de estas ‘pocas’ plataformas en línea. Como subrayó la Comisión Europea (2018), los fuertes efectos de red basados en datos fortalecen esta dependencia y, en conjunto, estos efectos pueden conducir a un desequilibrio en el poder de negociación, ese tipo de prácticas comerciales inequitativas facilitaría que se socave gradualmente la confianza empresarial en este modelo económico.

Una última acepción de la borrasca que conviene resaltar son las perturbaciones que las características de esta fase implican para las instituciones, en particular, para las autoridades de competencia. Esto porque los marcos de regulación tradicionales resultan, en la mayoría de los casos, ser no aplicables estrictamente a los mercados digitales. Pero, además, porque su abordaje implica retos técnicos en cuanto a consideraciones sobre los mercados relevantes, a la definición de conductas (por ejemplo, ante productos con ‘precios cero’) y a las imputaciones de posición dominante sobre bases distintas a la jurisprudencia construida.

Con todo, es importante visualizar el marco completo, es decir, que lo bueno y lo bonito no obnubilen las contradicciones implicadas en la nueva realidad. Más bien que la consciencia de lo que puede marchar bien, permita enfocar la atención y los esfuerzos en la salvaguarda de lo virtuosos que los ciclos innovativos pueden ser.

Bibliografía citada

  • Castells, Manuel. (1999): La era de la información. Economía, sociedad y cultura, Vol. 1, “La sociedad red”. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
  • Comisión Europea. (2018). Proposal for a Regulation of the European Parliament and of the Council on promoting fairness and transparency for business users of online intermediation services.
  • Crémer, Jacques; de Montjoye, Yves-Alexandre & Heike Schweitzer. (2019). Competition Policy for the Digital Era. Comisión Europea. Bruselas.
  • KPMG International Cooperative. (2020). “CEO Outlook 2020: COVID-19”.
  • (2019). Enfoques prácticos para evaluar mercados de plataformas digitales para la aplicación de la normativa de competencia. Sesión III del Foro Latinoamericano y del Caribe de Competencia. 24 y 25 de septiembre, San Pedro Sula.
  • Sztulwark, Sebastián y Pablo Míguez. (2012). Conocimiento y valorización en el nuevo capitalismo. En: Realidad Económica Universidad Nacional de General Sarmiento. Buenos Aires.
  • UNCTAD (2019). Cuestiones de Competencia en la Economía Digital. Junta de Comercio y Desarrollo, Grupo Intergubernamental de Expertos en Derecho y Política de la Competencia, 18º período de sesiones. Ginebra.

 

[1] Tales como Amazon, Ebay, Airbnb, Mercado Libre, OLX, entre otras.

[2] Sí, borrasca en acepción de perturbación, de tormenta, pero también en la de riesgo, peligro o contradicción.

Economista, máster en economía por la Universidad Nacional Autónoma de México y posgraduada en estadísticas por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. En la actualidad, forma parte del equipo de la Intendencia Económica de la Superintendencia de Competencia de El Salvador.

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